Mitos Ugrofineses La creación del mundo

Cuatro grandes grupos, geográficamente dispersados, forman el conjunto de las poblaciones que hablan diversos dialectos del finlandés. A pesar de esta dispersión, entre la Siberia occidental, Hungría, Finlandia y las regiones del alto y medio Volga, a pesar de la vecindad con otros pueblos que influenciaron su cultura de forma importante, a pesar de la cristianización, se han podido encontrar cierto número de raíces comunes en los mitos de dichos pueblos.

La creación del mundo

En las mitologías ugrofinesas, al principio, el mundo es siempre una inmensa extensión de agua, sobre la cual la tierra se solidifica por el efecto de diversas intervenciones mágicas. En el Kalevala, es la hija del aire, Luonnotar, quien se hundió en el mar, y espera así a que suceda algo, zarandeada por las olas durante setecientos años, cuando por fin apareció un águila, buscando donde posarse. Cuando vio salir del agua la rodilla de la bella durmiente, decidió poner un huevo en ella.

Pero al despertar, Luonnotar hizo un movimiento que envió el huevo al agua. La cáscara se rompió y el huevo se transforma de inmediato:

La parte superior de la concha forma la cúpula celeste, donde de repente la yema del huevo da a luz al sol y la clara a la luna.

La parte inferior de la cáscara se convierte en la tierra erizada de montañas, madre de todos los seres.

Durante treinta años, Luonnotar esperará el nacimiento de su hijo, Vaïnämöinen, que será el responsable de instruir a los habitantes de la tierra.

Esta historia de la creación es —con algunas variaciones— la misma para todos los pueblos ugrofineses, pero en general, se refieren a la tierra más que a todo el universo. En cuanto a las aves, cuya presencia es un tema recurrente en estos mitos, parece que coexisten con el creador.

Samoyedo —en un mito— es un héroe responsable de liberar el sol y la luna del monstruo que los mantenía prisioneros en su vientre, después de este acto de valentía, mediante procesos mágicos todavía deberá librarse del monstruo que le persigue. El monstruo ladrón del sol a menudo es un gigante que encarna el Norte, es decir, el frío y la oscuridad.