Chamanismo ha existido desde el inicio de los tiempos y desde entonces, ciertos principios universales se han ido repitiendo en todas las épocas y culturas, prácticas y conocimientos que todos los chamanes del mundo realizaban y entendían de la misma manera: Los celtas, los indígenas americanos, los esquimales…
A continuación, presentamos una seria de artículos que nos acecarán a la cosmovisión de las culturas chamánicas y donde podremos apreciar esos principios universales comunes que se van repitiendo.
En el cuadrante norte del mundo, particularmente en las Islas Británicas y en Escandinavia, el chamanismo ha florecido intermitentemente durante miles de años. A pesar de las incursiones del cristianismo, las tradiciones surgidas en la antigüedad se han mantenido vivas hasta el presente, y la medicina popular y las costumbres curativas tradicionales son testigos de la memoria de “hombres y mujeres ingeniosos” que practicaron esas antiguas costumbres y enseñaron que la curación puede alcanzarse a través del trance, la invocación, la profecía y los viajes al otro mundo. En nuestra época, muchas personas ofrecen cursos de chamanismo y trabajan con clientes usando conceptos extraídos de fuentes británicas y de la antigua tradición celta.
El primer Chamán
En la tradición siberiana hay referencias al nacimiento del primer chamán, recién nacido a sus habilidades chamánicas, y la Madre de los Animales lo deja al cuidado de un espíritu llamado Burgestez-Udagan, que tiene un ojo, una mano y una pierna. El hecho de que esta figura también tenga la piel negra indica su conexión con la tierra y con el submundo. Como todos los chamanes, solo responde cuando se le pregunta directamente. Él es el Señor de las Bestias, incluyendo a las serpientes y dragones; ambas especies están retratados en el caldero Gundestrup. Su método para convocar a los animales, golpeando al ciervo para que su bramido llame a los demás, parece estar relacionado con una situación anterior, en la que el chamán probablemente adoptaba la piel y la cornamenta del ciervo, y convocaba a los animales llamándolos en la lengua de las bestias.
Los Celtas
La rica tradición de los bardos de los pueblos celtas no estaba asociada únicamente con la poesía, sino también con la profecía, la visión y la adivinación a través del trance o el sueño vigilado.
Los poetas se entrenaban durante doce años, y en los tres últimos se dedicaban a desarrollar sus habilidades chamánicas. Su creencia en la curación espiritual, la sabiduría ancestral, los espíritus y la sacralidad de toda vida está inscrita en todo lo que crearon. Así, descubrimos que el bardo del siglo VI Taliesin escribió:
He sido una espada esbelta
Una gota en el aire,
Una estrella brillante
Una letra entre las palabras…
Durante mucho tiempo estas declaraciones se han considerado grandilocuencias poéticas, pero más recientemente se han reconocido como relatos de experiencias reales. Cuando Taliesin habla de haber “sido” una espada, o una gota de lluvia, o una estrella, quiere decir que literalmente ha experimentado lo que significa estar completamente unificado con las cosas que él ve y oye, de tal modo que se siente como si fuera una de ellas. Habla desde un estado de encarnación, en el que chamán y espíritu están unificados en el mismo tiempo y lugar.
Estado de trance
Este tipo de tránsito interno hacia el corazón de todas las cosas se produce en un estado de trance, y los chamanes pueden alcanzar grandes profundidades de comprensión por este método. Los practicantes de nuestros tiempos se refieren a esto con el nombre de “viaje chamánico”, y emplean distintos medios para realizarlo. La mayoría usan una fuente de sonido, como un tambor, o tañen cuerdas o cantan una canción, para ayudarse a alcanzar cierto grado de separación del cuerpo que les permite enviar un hilo a su yo espiritual en busca de conocimiento; otros usan sustancias alucinógenas naturales para separarse de su cuerpo físico.
En este estado, el chamán proyecta una parte de su alma, que deja atrás su conciencia cotidiana y entra en un estado alterado de conciencia, en el que puede encontrarse con fuerzas espirituales, aprender de ellas y retornar del otro mundo con descubrimientos, sabiduría y visión.
El señor de las bestias
La imagen de los chamanes celtas nos mira fijamente desde el caldero Gundestrup, un insólito instrumento descubierto en un cenagal danés que ha sido reconocido como un producto de la cultura celta. Muestra una figura en una pose que asumen muchos chamanes de todo el mundo, con las piernas cruzadas, la espalda erguida y contemplando un mundo que solo él puede ver. Tiene una cornamenta sobre la cabeza, que podría ser un tocado o unos cuernos crecidos realmente de su cuerpo. Está rodeado por todo tipo de bestias, los aliados espirituales que le permiten entrar a los reinos del Otro Mundo y viajar por ellos sin sufrir ningún daño; con su mano izquierda agarra la cabeza de una serpiente, criatura que desde tiempo inmemorial ha estado asociado con la magia y la sabiduría espiritual.
Esta figura, largo tiempo aceptada por los historiadores, arqueólogos y mitólogos como una antigua representación de un chamán; a veces se conoce como el Señor de las Bestias, y refleja su conexión con los espíritus aliados; que toman la forma de animales, pájaros y peces. Aparece dramáticamente en una historia que se encuentra en la colección medieval de mitos y leyendas galesas conocida como El Mabinogion. En ella, el héroe, Cynon, cuenta la historia de sus aventuras en el Otro Mundo; donde, habiéndose encontrado con uno de sus misteriosos moradores, este le instruye para que se vaya a un bosque y allí siga un camino hasta un gran claro abrigado con un montículo en el centro:
Extracto
Y verás un hombre de gran estatura
sobre el montículo. Él tiene un tamaño no menor
que el de los hombres de este mundo.
No tiene más que un pie, y un ojo
en medio de la frente. Y tiene un garrote de hierro,
y es cierto que no hay dos hombres
en el mundo que podrían levantar su carga.
Y no es un hombre hermoso; al contrario,
es extremadamente mal parecido; y él es
el guardián de ese bosque. Y verás miles de
animales salvajes pastando a su alrededor.
Cynon sigue estas instrucciones y allí, tal como le habían dicho, encuentra la extraña figura del guardián del bosque:
De enorme estatura como el hombre me
había dicho que sería, descubrí que excedía
con mucho la descripción que él me había dado…
Y solo hablaba en respuesta a mis preguntas.
Entonces le pregunté qué poder
tenía sobre aquellos animales.
– Te lo mostraré, hombrecito – dijo él.
Y tomó el garrote en su mano y dio un
severo golpe a un ciervo, de modo que este
bramó con vehemencia, y a su bramido
los animales se juntaron, tan numerosos
como las estrellas del cielo, de modo que me
resultaba difícil encontrar sitio entre ellos
en el claro del bosque. Allí había serpientes
y dragones, y diversos tipos de animales.
Y él los miró y les pidió que fueran a alimentarse;
e inclinaron sus cabezas y le rindieron pleitesía,
como vasallos a su señor.
El Mabinogion, traducido por Lady Charlotte Guest, 1906
Todo este pasaje está lleno de sobretonos chamánicos. Está claro que es una historia muy primitiva, a pesar de que no fue escrita hasta la Edad Media. La descripción de la figura con un ojo y un pie se deriva de una manera específica de lanzar los hechizos en la que el chamán se ponía sobre una pierna, con una mano tras la espalda y un ojo cerrado, antes de pronunciar sus encantamientos. Se encuentran figuras similares en lugares tan alejados como la cultura Harappan del Valle del Indo.
Santos y Chamanes
La tradición de los celtas está llena de historias de este tipo; que reflejan una visión del mundo en la que la humanidad y el mundo natural están íntimamente relacionados. Donde los seres del reino espiritual caminan abiertamente por nuestro mundo y abren el camino al suyo. Parece más que probable que los relatos posteriores de los santos celtas; que en su aislamiento autoelegido se quedaban sumergidos en el agua helada hasta la cadera; o caían en un trance del que despertaban habiendo conversado con un dios o con un ángel; son los herederos naturales de esta práctica más antigua.
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