Chamanismo en los ANDES
Toda práctica chamánica está inseparablemente vinculada a la tierra en la que viven quienes la practican. Y en ningún lugar es esto más cierto que en América Central y del Sur, en cuyas tierras viven desde los chamanes de los Andes; cuya conexión con los espíritus que habitan en las cumbres de las montañas está bien acreditada; hasta los de la cuenca amazónica, cuya manera de trabajar gira en torno al bosque tropical y al propio río Amazonas.
Debido a que su ubicación es relativamente remota y a las dificultades que entraña viajar a sus pueblos; las tribus de estas zonas han permanecido comparativamente intactas hasta épocas recientes; con el resultado de que sus prácticas también han recibido menos influencias que la mayoría de las del mundo moderno. Así, tribus como los q’ero andinos, los mapuche del Brasil central y del sur y los avá-chiripá de Paraguay y Argentina han vivido en gran medida en aislamiento; y sus maneras de trabajar se han preservado; teniendo prácticamente la misma apariencia que hace cientos e incluso miles de años.
Tradiciones siberianas compartidas
A pesar de la enorme distancia que separa ambos continentes, el chamanismo de América Central y del Sur es sorprendentemente similar al de Siberia, de la que actualmente se cree que fue el hogar de las primeras naciones americanas. Los relatos de desmembramientos y reconstitución durante la visión, del vuelo del espíritu y de los espíritus ayudantes forman parte de los chamanismos de ambas culturas, y comparten muchos paralelismos en su cosmología, como el árbol o poste central que conecta un universo tripartito.
Una de las áreas en las que divergen es el uso de drogas alucinógenas. Esta es una práctica extendida en América, siendo la base de la mayoría de los trabajos de curación que llevan a cabo los chamanes nativos desde México hasta Brasil. Se conocen más de cien plantas que se emplean para inducir estados de trance, y su utilización varía en función de la región y la tribu. Son muy usados los hongos que contienen psilocibina y el cactus de la familia del peyote. El tabaco, aunque en sí mismo no es un alucinógeno, frecuentemente se emplea para purificar.
Los Q’ERO
Los q’ero, o “pelo largo”, viven en un grupo de pueblos situados a 5.000 metros de altura en la cordillera andina del centro y sur de Perú. Su ubicación tan retirada, como en el caso de los chamanes del Amazonas, les ha preservado de las influencias externas; y no fueron descubiertos hasta 1949. Su legado es único en el sentido de que son descendientes de los primeros incas. Y es posible que hayan sido los sacerdotes de esta poderosa raza. Algunos expertos han sugerido que ellos son el origen de esa raza, que de algún modo lograron sobrevivir a las incursiones de los conquistadores españoles en el siglo XVII.
El nombre q’ero era originalmente un lugar donde, según el mito, el dios Kamaq creó al primer hombre y a la primera mujer, Inkari y Collari. Los hijos de esta primera pareja se establecieron en aquella zona. Y sus padres les trasmitieron el don de ser los guardianes de las enseñanzas espirituales y profecías. Algo poco habitual es que los q’ero están muy comprometidos en compartir sus enseñanzas con el resto del mundo, pues creen tener la clave de la supervivencia futura de la humanidad.
En común con muchas otras culturas de la tradición chamánica, dividen el cosmos en tres niveles. El mundo superior (Hanaqpacha) contiene la energía pura que fluye a través de todo. El mundo inferior (Ukhupacha) está poblado por seres invisibles que han existido desde antes de la creación de nuestro mundo. Este mundo humano, con todas sus criaturas y plantas, es conocido como Kaypacha.
El nombre q’ero de los chamanes es paq’o, y pueden ser tanto hombres como mujeres. Su poder viene de su capacidad para conectar con una variedad de espíritus que lo impregna todo.
Entre ellos se incluye los apus, o espíritus de las montañas, los kuichi, o espíritus del arcoíris, y los malque, o espíritus de los árboles. Además, está achachle, el espíritu que está presente en todo, y los espíritus de los cuatro elementos.
La jerarquía de los PAQ’O
Los paq’o se organizan en una serie de círculos que representan los niveles de poder ejercidos por cada chamán. En primer lugar está el chamán del centro, que sirve a un pueblo específico. Más allá de su esfera de influencia; está un chamán más experto, que supervisa la salud y el bienestar del área que rodea al pueblo. Y más allá de esta figura hay un líder aún más poderoso y de mayor rango, al servicio de toda la región.
Esta idea se refleja en la formación de los chamanes individuales. Al principio, ellos se vinculan con los poderosos espíritus presentes en un único lugar, como las montañas; a medida que avanzan en los niveles de conocimiento y habilidad, pasan a zonas más amplias y poderosas; siempre adquiriendo fuerza, hasta que alcanzan el nivel del maestro (mesayoq). No obstante, en realidad el entrenamiento del paq’o nunca termina, y se entiende que reciben nuevas iniciaciones de espíritus más poderosos a lo largo de sus vidas.
Cualquiera puede estudiar para paq’o, y se le enseñarán las técnicas y los misterios básicos; pero lo que ocurra a continuación determinará si el candidato será seleccionado para seguir adelante. Como ocurre con los chamanes de todo el mundo, muchos son los llamados pero pocos los elegidos. Se buscan los signos del poder naciente y, si se hallan, el individuo bajo entrenamiento recibirá nuevas iniciaciones.
Generalmente esto requiere viajar a las montañas y nadar en los arroyos de agua helada que nacen allí. El iniciado visita lugares sagrados y puede pasar días absorbiendo la energía de esos lugares. La experiencia puede repetirse cada mes hasta que el iniciado alcance un estado de conocimiento superior.
Los paq’o aprenden a relacionarse profundamente con todos los elementos y a ponerse a prueba ante las situaciones físicas más exigentes. Una de las formas más elevadas de selección natural para un chamán es ser golpeado por un rayo. Los que sobreviven informan de que se producen cambios dentro de ellos; y de un incremento del poder que raras veces se alcanza por métodos más habituales.
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